CONSECUENCIAS

La noche en vigilia no le deja encontrar sus brazos como soñó, su voz aún ronda sus sentidos, su sonrisa tímida y cristalina aún la mira y es en el sollozo de su ausencia que se da cuenta que no hay un tiempo para amar y que hay días que se vuelven minutos y en sus segundos se para el reloj para inmortalizar el recuerdo.

Qué difícil es ver el silencio allí donde su risa y su presencia hicieron el milagro de creer y llenaron el vacío a granel.

Es posible que ella ya no tenga la sonrisa tonta en la cara o la ilusión de la espera de una llamada pero su ausencia no le quitará las ganas de sentirlo cerca, ni de imaginar su olor en el viento, ni de sentir el calor de su abrazo de enero.

¿Y dime ahora quién responde por esos besos ausentes y esa mirada latente? ¿Y ahora cómo encuentra sueño en la oscuridad cuando el día se hacía un soplo y las madrugadas tan sólo puentes a la nueva alborada?

Momentos guardados como un tesoro incalculable y aún infructuosamente buscado entre arrecifes de corales.

Quieras o no son Consecuencias del sentir y con ellas hay que vivir...