En fin, que no me ato ni al móvil, me encanta dejarlo tirado en una esquina y encontar luego dieciocho mensajes por un lado y venticinco por otro, o a veces sólo dos -jajajaja- que tampoco es siempre el alboroto.
Cuando salgo me gusta caminar y encontrar todo tipo de granizados, horchatas y helados, por fin se acabaron las infusiones en un rincón y el café con leche ardiendo (ni en invierno lo tomo así pero bueno, es lo que apetece si hace frío) y ahora tocan las terrazas, el cambio de ropa, el sol de lleno y en poco, un calor agobiante que me hará cambiar -por momentos- las terrazas por aire acondicinado y la bebida fresca por una con mucho hielo.
Tengo un montón de poemas y escritos, pero tengo ganas de escribir un poco el día a día, incluso he pensado numerar o nombrar estos monólogos que son públicos pero a la vez carecen de pacientes, si has leído bien, de pacientes, porque leer a otra persona, requiere, primero satisfacción y segundo tiempo y paciencia, pero igual, me gusta escribir así, a mis anchas y quién sabe -como me dijo un profesor hace poco- igual hasta te llega a gustar a ti también.
Hoy por ejemplo he mirado tras la ventana, en un patio central y estaba lleno de niños jugando, señores tomando el sol y se escuchaba un bullicio alegre que animaba a salir y unirte a la fiesta, que prescinde de invitaciones, porque es abierta a todo el mundo. Al final el sol menguó las voces y enfilaron todos a comer -supongo- por la hora que era, o a descansar la corrida.
Anima también ir al centro de la ciudad en busca de esa heladería preferida, la que te da el mejor helado porque sabe a nueces de verdad o a pistacho recién pelado, y te da igual si hay otras quince en el camino, hoy te recorres esos 20 minutos y llegas, lo saboreas y caminas lento, porque ya no hay prisas, es Domingo y no llueve, qué más quieres?
Ayer decidí cambiarme el color de pelo, salgo decidida y veo al menos treinta y cinco colores diferentes, adivina cuál escogí? El de las últimas tres veces, por fin lo tengo claro, es mi color, ni siquiera lo busco con nombre y mi dedo termina señalando el mismo. Creo que en la vida, cuando algo nos llama, nos busca, nos atrae y damos vueltas porque queremos que sea ¨diferente¨ pero terminamos con lo mismo -ni te canses chata- eso es lo tuyo -sonrío-. Pues estoy estupendísima con mi ¨nuevo-viejo e igual¨ color de hace unos meses jajaja.
Cae la tarde y me llaman, qué suerte que dependan de ti para muchas cosas, sí, eso me gusta porque tienes la oportunidad de decir cosas como: ¡Claro, aquí estoy! ¡Claro, ya voy!! o simplemente: ¿Es qué no saben vivir sin miiiiiiiiii?!?!!? Y sentirte muy importante jajajajaaja
Bueno, mientras más escribo pienso que tengo muchas cosas que contarme, y es tarde para parar♥
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